I SERENATA A LA VIRGEN DE LOS DOLORES - 2015
Era noche cerrada. Poco faltaba para que dieran las doce de la madrugada.En la sede del Paso Negro ya había mucho alboroto. Nervios, emoción, sentimientos a flor de piel. Porque no era un jueves cualquiera. Era la PRIMERA SERENATA del Paso Negro a la Virgen de los Dolores. Hace tiempo ya que rondaba por la mente y el corazón de los cofrades del paso, el dedicarle una serenata a nuestra Virgen. Y este 2015, año de reformas y despedidas, ha querido ser también el año de la primera serenata.
Se acercaban las agujas del reloj a la media noche. Se daban últimos retoques al trono, se daban las últimas órdenes a los costaleros, la gente se arremolinaba a la puerta de la sede, cuando, de repente, por la esquina de la Plaza Virgen de los Dolores, giraba la Agrupación Musical de San Miguel, de Pulpi. Que emocionante sorpresa, verlos llegar tocando sus instrumentos, para rendir homenaje a la Virgen de todos.
Comenzaron las campanas de la Iglesia a marcar la media noche. La presidenta, en nombre del Paso, pidió un minuto de silencio por las víctimas de la tragedia aerea de los Alpes. El recogimiento era total en la Sede de la Hermandad.
Tras el sentido homenaje, y mientras las campanadas resonaban como un lejano eco en la noche pulpileña, se arrancaban los tambores, lentamente, con respeto, mientras se abrían de par en par las puertas de la Sede, mostrando a los fieles allí reunidos una imagen cargada de misterio y fe. La Virgen de los Dolores, solo iluminada por las velas del trono, se mecía ya a hombros de los costaleros, que poco a poco, al ritmo de la música, iban sacándola de la sede, para que todos la puedieran admirar.
Qué maravilloso contraste, entre la oscuridad de la noche, y la luz que emitía el trono, mientras Rafa le gritaba con una voz que le salía del alma misma ¡Viva la Virgen de los Dolores! ¡Sacadla que la veamos! Lágrimas le caían a algunos, todos aplaudían, y la trompetas sonaban rompiendo el silencio.
Momentos después, al golpe de marillo, Juan, el capataz, posaba a la Virgen en el interior de la sede.
A continuación, Maricarmen desde el coro, le dedicaba una saeta a su Virgen. "Eres gloria y regocijo, eres cariño y anhelo, eres consuelo y cobijo, eres la reina del cielo", cantaba desde las alturas.
Acompañados de la música de la Agrupación Musical de Vera, todos los allí presentes nos dirigimos en comitiva tras el trono, hasta la Iglesia.
Era tal el espectaculo de fe y devoción
que hasta la luna, arriba en el cielo,
se dejó cubrir con las nubes
para no robarle protagonismo
a la Reina del Paso Negro,
la Virgen de los Dolores.
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